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domingo, 9 de septiembre de 2018

Me quiero, que lo sepas rutina



Ha llegado septiembre y, en muchos casos, esto implica la vuelta a la rutina y adaptarse a una serie de ocupaciones por necesidad que no terminan de satisfacernos. ¿Qué tal si nos trasladamos a esos instantes de plenitud durante las vacaciones? No es relevante el lugar, ni siquiera que haya ocurrido durante el verano, pero sí lo es revivir esa sensación de felicidad o de paz interna.

Veamos... estás de nuevo inmerso/a en esa actividad tan integrada en ti que vas en piloto automático mientras te resignas y enfadas por estar realizándola con lo bien que te sentías cuando no. Bien, el primer paso es poner en marcha la llamada de atención a nuestra mente para que no se centre de un modo tan profundo en lo negativo. Recordemos que hay un motivo por el que estamos invirtiendo nuestro tiempo y energía, las frustraciones están aflorando porque hay una monotonía y está adquiriendo mayor peso que el fondo real por el que accedemos a esa cotidianidad. Sin duda, si no existe un beneficio final, entonces hemos de replantearnos la toma de decisiones de cara a afrontar cambios positivos. Si ese motivo intrínseco sí existe, es hora de valorar nuestros esfuerzos por alcanzar las metas u objetivos propuestos. No tiene porqué ser algo laboral, puede ser conservar una relación a la que dedicamos mucho de nuestro ser porque al final ese vínculo nos compensa y enriquece realmente (ya se sabe, sin aferrarse). En momentos difíciles es de gran ayuda visualizar esas recompensas (si es laboral, el permitirse unos diítas en nuestro rinconcito preferido; si es social, el seguir acumulando momentos mágicos con esa/s persona/s; si es personal, el construir un yo más completo y mejor...). Es tan fácil caer en las emociones que se retroalimentan y empoderan a mal, que no damos oportunidad a que esas otras que requieren una pizca de voluntad planten cara más a menudo.

Ahora ya has hallado TU MODO de saber premiarte y contagiarte con todo lo tremendamente bueno que hay en ti. Corre ¡consérvalo con fuerza, no lo dejes marchar tan pronto! Sonríe, aunque de primeras sea una sonrisa forzada esta también es un recurso hermoso y real para nuestro bienestar. Cántate esa canción que te hace sentir la persona más marchosa de tu inmenso universo interno (lo eres). Imagina todo aquello que te devuelve el control de ti, que llena la estancia en la que estás por rebosar de ilusión, alegría y bondad. 

Gracias por conseguirlo, porque confío en que TÚ lo lograrás.