Hoy queremos estar en cierta forma cerca de ti, porque sabemos lo que significa esta lucha. Es por eso que queremos dedicarte estas
palabras. A ti, luchadora. A ti, mujer increíblemente valiosa. Deseamos poder
aportarte, aunque sea un poquito, esa energía para todos esos momentos en los
que te es imposible siquiera pararte a leer porque flaqueen tus fuerzas. Transmitirte
ese empujón para que, cuando esto suceda, aunque sea con los ojos cerrados
sonrías por esas sensaciones que te envolvieron con estas líneas. Y que esa
sonrisa, tu sonrisa única y repleta de motivos para crear nuevas, sirva de
punto de partida para sentirte cada vez un poquito mejor.
También queremos dirigirnos a ti, mujer
preocupada. No temas, no tiene porqué ser nada. Pero sí, quiérete mucho y
préstate atención. Mímate palpándote el pecho con dedicación, sintiendo cada
fibra y filamento, cerciorándote de que no hay nada fuera de lo normal. Y, si
lo hay, no te dejes arrastrar por el miedo, que es muy lógico que intente
invadirte. Se ha creado una alarma, pero pueden ser mil cosas. No lo dejes,
claro, ve al especialista y halla tranquilidad. En esto debes ser firme, tanto
te decimos una cosa como la otra. No te dejes, infórmate e involúcrate para
agilizar todos los procesos que te lleven a un diagnóstico fehaciente
realizando todas aquellas pruebas aliadas como puede ser, por ejemplo, un
estudio genético. Si finalmente no es más que un susto, por favor, no te
obsesiones, no centres tu mente en que es algo que pueda pasar, no sometas a tu
pecho a un número de radiaciones excesivas porque esto no va a ser positivo ni
para tu cuerpo ni para tu mente. En caso de tenerlo, no olvides que sigues viva.
Eres tan poderosa y tan dueña de ti misma que vas a encontrar el modo de
superar cada una de sus fases, no dudes de ti ni un segundo, nosotros no dudamos
de todo aquello que albergas en tu interior. Sí, es verdad se avecinan tiempos
donde todo se va a quebrar, cada aspecto de tu vida se va a poder ver
trastocado por este hecho. Pero, ¿sabes qué? Esto no te arrebata, ni a ti ni a
los de tu alrededor, lo más bello y potente del ser humano: el amor. Encuentra
voluntad, que te ayuden a encontrarla aunque todo lo demás se desmorone. Porque
ese, ese es el mejor medicamento para superarlo. Y, cuando así sea, porque así va a ser, es momento de renacer como el ave fénix. Pero resurgir en todo su
esplendor, sin complejos. Que nadie, y prioritariamente tú, ponga en tela de
juicio aspectos como tu feminidad, porque sin tetas también hay paraíso. Has
sido, eres y siempre vas a ser hermosa porque eres tú. Tan sólo es momento, si
así lo requiere tu interior, de sumergirse en la búsqueda de recursos que realcen
tu seguridad, esa que esperamos no se haya disipado ni un poquito pues tú eres
mucho más que un físico. ¿Recuerdas todos esos instantes de tu vida donde te
amaste y te gustaste tanto que daba rabia? Pues ahora no es distinto. Igual que
te has amado, ámate ahora y siempre.
No podemos finalizar este texto sin
dirigirnos también a la otra cara de la moneda. Tú, oncólogo/a, enfermero/a,
estado… en definitiva, sociedad, eres parte de este proceso aunque no lo creas.
Tu modo de percibir todo esto puede influir muy mucho en el bienestar de estas
personas. Tú puedes ser mañana una de ellas, no lo olvides. Pero no, no lo
serás porque a ti también te deseamos lo mejor. Sin embargo, como decimos, es
importante que tomes conciencia. Hay muchas formas de colaborar y darles calidad
de vida, ya sea con facilidades para adquirir prótesis, operaciones y ropa
interior adecuada, como también con pañuelos, pelucas y todos los elementos que
se te ocurran con el fondo real de implantarlos para darles un subidón de
autoestima que tanto van a agradecerte. Y, si no, con que estés ahí de forma
incondicional aportando tu humilde granito de arena, aunque sea con una simple
carantoña sincera si se te presenta la ocasión, ya estás generando esa energía
que tan bien va a hacer al mundo.